"Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?... Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro." (Kafka)
o lo que es lo mismo, Calle Franz Kafka. A la izquierda de la foto, un retrato suyo esculpido en el muro de la casa en la que nació.
Antiguo cementerio judío de Praga, en el barrio de Josefov. El Starý zidovský hrbitov contiene unas 12.000 sepulturas. Se eleva sobre el suelo porque, ya que los judíos no desentierran a sus muertos, han ido capa a capa enterrando a las siguientes generaciones: unas encima de otras. Las lápidas se amontonan de manera irregular y sobre ellas están los nombres de todos aquellos que fueron enterrados bajo esa lápida en particular.
Pequeño restaurante escondido en una de las calles más históricas de Praga. Es la que conduce al castillo. Literalmente intuimos que es "El Café de Laura".
De nuevo en el barrio judío, una estatua memorial de Kafka, basada en su obra Descripción de una lucha. Si queréis saber más sobre la estatua y su emplazamiento pinchad aquí.
Este detalle sale de la Catedral de San Vito, situada dentro del complejo medieval histórico del castillo de Praga. Pertenece a una puerta forjada en el lateral izquierdo del edificio, que tiene representados los oficios tradicionales y a cada uno, se le asocia un símbolo del zodíaco. Es bastante común encontrarse en Praga mezclas de creencias paganas y cristianas en el mismo lugar. Este es el símbolo de Virgo, asociado si no me equivoco al oficio del bardo o el poeta.
Interior de la Catedral.
Esta es la calle y plaza de Wenceslao. Se extiende desde el museo internacional hacia la zona antigua y más turística de Praga. Este lugar es importante, porque durante la Primavera de Praga (1969) fue lugar de protestas y reivindicaciones no violentas por parte de los ciudadanos contra la invasión de la URSS y sus aliados en el Pacto de Varsovia por la apertura política de Checoslovaquia durante la Guerra Fría.
Finalmente, ya no quedan más lecciones de historia. Esta es una historia pero de las particulares, en singular. Una de las tardes que paseábamos por Praga, estuvimos un buen rato en uno de sus mercados callejeros. Cuando ya nos íbamos a marchar, me crucé con este hombre que hacía una tinta de algo que ni recuerdo. Probablemente él tampoco se acuerde del pequeño click del obturador que le hizo perder la concentración y que a mi me regaló esta foto.
Me he parado un momento para mirar tus fotos, ¡son alucinantes! Fito y yo somos fans :)
ResponderEliminarLa última es para mí la mejor, sin dudas.